jueves, enero 12, 2006

EL SINDROME SORAYA

El síndrome Soraya es la sucesión de conductas que el PP, y Camps, manifiestan desde que Soraya Sáenz de Santamaría nos visitó esta semana.
Su visita condicionó la celebración del Comité Regional del PP al hacerla coincidir con un Pleno de las Cortes. Lo que provocó impedir, por “ordenes de arriba”, que buena parte de los diputados miembros de ese comité pudieran asistir: unos por ser zaplanistas, incluido Julio de España, otros por ser campsistas de baja intensidad, que debían quedarse para dar ejemplo.
Pero esto tan solo muestra que el PP vive la política en la Comunidad como una franquicia de Madrid. Lo más grave es que Soraya vino, impartió doctrina y se fue por donde llegó, viéndose las primeras secuelas al día siguiente, en el Pleno de las Cortes, donde un alicaído Camps manifestó los primeros síntomas del síndrome.
Por si no basta con no saber ya que infundíos añadir a las cuestiones del agua y la identidad, la consigna ahora es: alíñense los trasvases, la lengua y la patria (entendida como folclore, claro) con unas gotas de Carod y un buen chorro de Estatuto Catalán. Y así lo hizo Camps, sumándose al coro de los agoreros de la España rota y la balcanización, asustando al más pintado y, cómo no, rescatando una más vez el victimismo, del que tanto uso hizo hasta hace bien poco. A este Presidente parece que nadie le da, todos le quitan y le hacen daño ¡Caramba, que buba! Si es así, la solución es bien sencilla: habrá que optar por otro menos cabreado, con más mano izquierda, que distinga mejor entre los intereses partidistas y los de la Comunidad, y que le den más que a él. Tiempo tendremos. A ver si atinamos
Lo cierto es que hasta que eso suceda, a Camps y su gobierno no se le pueden pedir cuentas, ni hacer una crítica ¡Como se ponen en las Cortes! No se le puede hacer una pregunta de control, sin que salga por peteneras, manifieste su acritud, y suelte una perorata sobre los “enemigos de la Comunidad”, o lo que igual, la prolongación de los “enemigos de España”, de Rajoy y de Soraya, que a su vez son la prolongación del testamento político de Franco, en el que ya nos advertía que…” la democracia era una treta de los enemigos exteriores de España conjurados con el comunismo internacional”. (Casi oigo ahora aquella vocecita aflautada)
El PP ha logrado, así, que el Parlamento solo exista como edificio, al evitar que se controle al gobierno y se pueda hablar de corrupción, porque dicen que no existe; o sea, que lo de Fabra, lo de Medina en Orihuela, lo de Aguas de Calpe, lo del Alcalde de Torrevieja… no existe. Para Canal 9, desde luego que no, pero para la mayoría de los que pagamos los sueldos de los que la manipulan sin escrúpulos democráticos ni profesionales, existe; y disgusta, sobre todo, el apoyo que Camps le presta en público cada vez que, en vez de cortar de raíz estos comportamiento, ampara y respalda sin rubor a quienes los cometen.
La corrupción económica parece importar poco al PP. Han llegado a la conclusión de que si no sale en Canal 9 no perjudica. Pero hay otra corrupción que es la política, la que últimamente consiste en ordenar que se boicotee, hasta 2007, cualquier proyecto que pueda traer más agua a la Comunidad, con el objetivo de que, electoralmente, el PP pueda volver a sacar rendimiento a la sequía. Esa orden ya se ha dado. Ambas corrupciones son deleznables, pero casi prefiero que algunos se hagan ricos, a que boicoteen nuestro futuro y mientan sistemáticamente. Ya vale con el síndrome Soraya que lleva a la bronca y al miedo, no se apunten también al síndrome Aznar. Más mentiras ya son irresistibles.


Andrés Perelló

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