martes, octubre 10, 2006

HAY QUE CAMBIAR

(Publicado en Las Provincias 8/10/06)

La moción de censura ha sido para Camps un caldo demasiado caliente. Por eso ha hecho todo lo posible para alejarlo de su lado en todo momento. No quería caldo, pero he tenido tres tazas. Quería un solo de debate y ha tenido tres.

El cúmulo de despropósitos continuados cometidos por el Camps y el PP ha demostrado que nos encontramos ante un partido desgarrado por las luchas de poder, agotado, preocupado sólo por su supervivencia, y con un presidente mal asesorado, que ya no puede disimular su pánico escénico y su debilidad como dirigente.

De no ser ese el diagnóstico no habrían tenido un comportamiento más próximo a tiempos del pasado que a los que corresponden a una democracia avanzada, sólida y consolidada. Resulta difícil cometer más errores, evidenciar tanto desprecio a la política, a la democracia y a las instituciones en tan corto espacio de tiempo.

Se ha incumplido la Ley de Gobierno al no celebrar el debate de Política General en septiembre, se ha dado una muestra de prepotencia, si no de prevaricación, al anunciar la retirada de competencias al ayuntamiento de Catral, con motivos o sin ellos, tanto da, en la víspera del debate de la censura, cuando se lleva casi doce años permitiendo, alentando y legalizando el pelotazo urbanístico más despreciable que se había dado nunca en esta tierra. Torrevieja, Castalla, Orihuela, Castellón, Catarroja y decenas más son una prueba de ello.

Se ha intentado embutir dos debates en uno, el de la censura y el de política general, para que el segundo tapara al primero. Se ha impedido que los grupos dispusieran de un mínimo de tiempo para estudiar el discurso del candidato Pla y poder contestar con objetividad. Se ha llegado a no dar tiempo a los diputados para aliviar las necesidades fisiológicas humanas, con tal de que todo transcurriera cuanto antes, porque Camps estaba aterrorizado, negándose a venir al Parlamento y a punto de soltar unas lagrimitas, no de sentimiento, sino de pavor. ¿Por qué me ha pasado esto a mí? se pregunta mirando al cielo siempre que le sucede algún inconveniente.

Pues porque es usted el presidente de esta Comunitat, señor mío. ¡No le van a presentar la moción de censura al conserje del Botánico! Pero si algún error se ha convertido en una muestra de prepotencia imperdonable ha sido el no asistir al pleno de la moción de censura desde el primer momento. No es un error, es una muestra de comportamiento de un débil, psicológicamente, y un maleducado políticamente.

La moción puede ser justa o injusta, puede afectarle más o menos al presidente, pero no ir al Parlamento el día que te la presentan es un desprecio al pueblo valenciano, a los que no le votaron, y más aún a los que le votaron, porque de un presidente se espera una defensa ajustada a las circunstancias y que dé la cara. Cuando un político empieza a no poder dar la cara, y llega a tener que huir del Parlamento, no hay duda alguna, está para cambiar.

Camps está para ser relevado. Mucha gente confió en él para dirigir los destinos de esta comunidad creyendo que, como el PP gobernaba en Madrid, sería bueno para los valencianos. Pero no ha sido así. Este hombre no ha resultado como presidente. Se ha acobardado ante la corrupción, ante el debate político y ante el pluralismo interno de su partido. Ha dejado caer los servicios públicos.

Necesitamos un presidente que no engañe, que no se asuste y que recomponga las relaciones rotas con nuestro entorno vecinal y con el Gobierno de la Nación. Estar enfrentados con todos puede beneficiar al PP, aunque yo lo dudo. Pero de lo que no cabe duda es, que aunque fuera bueno para el PP, no es bueno para la Comunidad. Camps ya no puede resolverlo. Es hora de cambiar.