
Parece mentira que a medida que avanza el Siglo XXI haya diferencias tan abismales entre quienes hacen de su fe entrega al prójimo, llegando a comprender la naturaleza humana, y luchando contra las injsuticias en todo el Mundo, y quienes les dirigen desde altas instancias jerárquicas.
Que de nuevo vuelvan a la carga contra las expresiones de la naturaleza sexual de las personas, calificándolas de pecado y atrincherándose frente a la ciencia una vez más, desengaña a cualquiera que desde la copmprensión de cualquier fenómeno, quiera comprender a la Iglesia Católica y a sus máximos representantes. Y no me refiero a lo que afirman de la pornografía, que no es más que una pretexto para volver a hablar de masturbación y homosexualidad, me refiero a esto último. Porque me parece a todas luces inmisericorde volver a calificar de viciosos y desviados a los homosexuales, cuyos derechos, en uso y aplicación de la razón, reconocen las leyes civiles, y de pecaminosos y degenerados a quienes, en uso de su libre albedrío, se administran el placer corporal de manera autónoma como consideran y sin hacer por ello daño a nadie. Si Blair, Bush y Aznar, se hubieran masturbado en vez de ir a las Azores a exhibir su ansia de guerra,algunos aún estarían vivos. Y si los corruptos de esta Comunidad y de toda España hubieran cambiado cada acto corrupto por un alivio manual, habrían disfrutado ellos y no habrían esquilmado el presupuesto público. El problema es que quienes así obran, que no tienen empacho en asisitir a misa si se tercia, ya no disfrutan ni masturbándose, por eso han de hacer la guerra o robar a mansalva. Es lo que sucede cuando se quiere sustituir el deseo, por considerlo pecaminoso, por otros elementos más crematisticos.
En cualquier caso, yo no pienso renunciar ni al deseo, ni al placer. Y si por eso soy pecador, teneis que saber que soy un pecador, y como la jerquía eclesíastica no me merece toda la confianza para hacerlo, me confieso ante este blog y ante vosotros, y os invito a confesaros, si realmente vuestros pecados están incluidos en el listado recientemente difundido por quienes se obsesionan en estar permanentemente entre nuestras sábanas, si no de obra si de pensamiennto y palabra.