miércoles, abril 12, 2006

YO PECADOR, ME CONFIESO AL BLOG

Siempre me ha soprendido esa especie de obsesión de la Alta Jerarquía de la Iglesia Católica por escrutar permanentemente las arrugas que puedan hacer en sus camas sea solos o en compañía, tanto sus feligreses, como los que no los son, que aún es más paradojico. Esa afición por maldecir como pecaminoso todo lo que pueda provocar placer, mientras se hace la vista gorda a lo que pueda generar desigualdades, explotación humana, o incluso corrupción, me ha provocado siempre desazón y preocupación. Sobre todo porque ese tipo de pensamiento, convertido en actividad, ha perturbado la paz mental de muchas personas a lo largo de la Historia y ha alterado su psiquis en ocasiones de manera irremediable.
Parece mentira que a medida que avanza el Siglo XXI haya diferencias tan abismales entre quienes hacen de su fe entrega al prójimo, llegando a comprender la naturaleza humana, y luchando contra las injsuticias en todo el Mundo, y quienes les dirigen desde altas instancias jerárquicas.
Que de nuevo vuelvan a la carga contra las expresiones de la naturaleza sexual de las personas, calificándolas de pecado y atrincherándose frente a la ciencia una vez más, desengaña a cualquiera que desde la copmprensión de cualquier fenómeno, quiera comprender a la Iglesia Católica y a sus máximos representantes. Y no me refiero a lo que afirman de la pornografía, que no es más que una pretexto para volver a hablar de masturbación y homosexualidad, me refiero a esto último. Porque me parece a todas luces inmisericorde volver a calificar de viciosos y desviados a los homosexuales, cuyos derechos, en uso y aplicación de la razón, reconocen las leyes civiles, y de pecaminosos y degenerados a quienes, en uso de su libre albedrío, se administran el placer corporal de manera autónoma como consideran y sin hacer por ello daño a nadie. Si Blair, Bush y Aznar, se hubieran masturbado en vez de ir a las Azores a exhibir su ansia de guerra,algunos aún estarían vivos. Y si los corruptos de esta Comunidad y de toda España hubieran cambiado cada acto corrupto por un alivio manual, habrían disfrutado ellos y no habrían esquilmado el presupuesto público. El problema es que quienes así obran, que no tienen empacho en asisitir a misa si se tercia, ya no disfrutan ni masturbándose, por eso han de hacer la guerra o robar a mansalva. Es lo que sucede cuando se quiere sustituir el deseo, por considerlo pecaminoso, por otros elementos más crematisticos.
En cualquier caso, yo no pienso renunciar ni al deseo, ni al placer. Y si por eso soy pecador, teneis que saber que soy un pecador, y como la jerquía eclesíastica no me merece toda la confianza para hacerlo, me confieso ante este blog y ante vosotros, y os invito a confesaros, si realmente vuestros pecados están incluidos en el listado recientemente difundido por quienes se obsesionan en estar permanentemente entre nuestras sábanas, si no de obra si de pensamiennto y palabra.