domingo, octubre 26, 2008

ES LA HORA DE LA POLITICA Y LA IZQUIERDA

Hemos llegado a un punto en la política en que, instalados en el “no discurso”, cuando no en el cinismo, parece que todo vale. Baste oir a Esteban Gonzalez Pons llamando a Zapatero “Presidente de los Banqueros”. Ser de derechas y fingir ser de izquierdas, o a veces, y eso sí es preocupante, decir que se es de izquierda, y sucumbir a las maniobras políticas de la derecha.
La derecha neoconservadora y los ultraliberales, es decir, los que gobiernan en La Comunitat, en EE.UU. y buena parte de Europa, cuando han visto sus fortunas peligrar, después de poner en riesgo absoluto los ahorros quienes han logrado tener algunos a fuerza de trabajar mucho, se han puesto a pedir más Estado como locos, con la misma fuerza con que han atacan al Estado cuando se trata de garantizar a través del mismo la igualdad, ofreciendo una Sanidad Pública, una escuela y unos servicios sociales públicos y de calidad. Es el egoísmo de los conservadores. Y sobre todo si quienes hacen eso son quienes en esta Comunidad está dejando caer los servicios públicos, o no están pagando las prestaciones de la Ley de la Dependencia, después de exhibir obscenamente y sin piedad, que tienen “todo el dinero que haga falta” para visitas papales, para coches de carreras, y otros denominados grandes eventos, cuyas cuentas y profundos agujeros se niegan a enseñar, y solo se conocerán cuando salgan del poder. O lo que es igual, cuando seamos capaces de asimilar y hacer comprender a la sociedad, haciendo de nuevo pedagogía con la política, que es la hora de la izquierda, moderna, moderada, pero izquierda, sin disimulos. Porque los socialistas, la izquierda, no tenemos ideológicamente ni nada que esconder, ni nada que disimular. Tenemos un pasado de construcción y modernización del País Valenciano y de España. Y un presente en que la historia nos está dando la razón.
Después de haber soportado sobre nuestras espaldas, injustamente, los cascotes del muro de Berlín, ahora nos toca apuntalar y remozar, con dinero de todos, el muro del capitalismo; el Wall, en ingles. Es curioso que la bolsa de Nueva York esté en la calle del Muro.

Por eso oír a Camps arrogarse la defensa de los valencianos, culpando de todo a Zapatero, cuando su política de derroche y tolerancia con la corrupción, ha hipotecado a la Comunidad, casi por dos generaciones. Oír a González Pons, o ver al Conseller de Educación gastarse el dinero de todos en atentar contra la inteligencia colectiva, merece una reflexión profunda desde la izquierda, y una toma de acciones que ya no admiten demora. Las quejas a la manipulación de Canal 9 y otras parecidas son ya insuficientes. Es necesario volver a tomar la calle, pacíficamente, democráticamente pero con un discurso sólido, propositivo y, si toca, arriesgado; no hay cambio ni novedad que se pueda dar sin asumir riesgos, ni producir incomodidad en el intelecto de los individuos que forman una sociedad.
Es la hora de la política y de la izquierda. Escuchar a la gente está muy bien, dar soluciones a problemas que ha creado el sistema que otros idearon, también. Pero la gente necesita sobre todo escuchar a su dirigentes políticos, más a los de izquierdas. Es hora de decir que los que gobiernan aquí, son los representantes de la derecha en todo de todo el Mundo. La que ha llevado con su obsesión desreguladora, su avaricia por la riqueza rápida, y la “financiarización” de las relaciones humanas, a la economía mundial al borde del cataclismo. La que prima lo privado frente a lo público, llamándole “iniciativa social” al pelotazo, y acelerando el enriquecimiento de los amigos del poder. La derecha americana más rancia, privatizó la guerra y ha privatizado la reconstrucción de los países destruidos, porque lo demás ya lo tenía privatizado. Camps convierte los derechos en negocio privatizando la sanidad, la escuela y los servicios públicos, con la misma soltura con la que es capaz de privatizar hasta la visita del Papa, o de convertirnos en la Comunidad más endeudada de España, o de gastarse casi 3000 millones de euros en sobrecostes sin dar una sola explicación en las Corte Valencianas. Y frente a eso parece que una parte de la izquierda y de la sociedad está resignada a que las cosas sean así, y para siempre. El PP ha conseguido que cale la “no política”. Y es hora de hacer más política de verdad, de reprocharle a la derecha neoconservadora que es la responsable del incremento de la pobreza en todo el Mundo y de la crisis económica que vivimos; por haber dedicado las mayorías políticas que los votantes les dieron, a proteger la especulación económica, fomentar la desregulación, alimentar la avaricia y el egoísmo individualista y derrochar el dinero de todos pagando por las inversiones más de lo que valen enriqueciendo a los afines.
La izquierda, no puede tolerar que la rentabilidad esté por encima del ser humano; que mientras la riqueza se concentra cada vez en menos manos, haya más millones de personas muriendo de hambre; que la democracia se convierta tan solo en un acto de voto cada cuatro años; que la reducción de la ciudadanía suponga una nueva forma de apartheid. La izquierda, aquí, ha de convencer a la mayoría de los valencianos de que la situación de hipoteca del futuro, de incremento de las desigualdades, de derroche y de despilfarro a la que no lleva la derecha del PP, no puede soportarse más. Ha de frenarla con una respuesta popular y colectiva, y desalojarla del poder en 2011. Es lo mínimo que merecen quienes aquí representan a la política causante del incremento de las desigualdades en todo el Mundo y de la mayor crisis económica de los últimos cien años. Ya han caído los dos muros. La izquierda ha de sentar con sus escombros los cimientos de una nueva sociedad, un nuevo modelo económico y una democracia más participativa, que nos permita globalizar la paz, la justicia social, y aquí, en nuestra Comunidad, rescatar la libertad perdida, los derechos atenuados y la creatividad narcotizada; para desde la transparencia y la democracia participativa acabar con las prácticas corruptas, el despilfarro y el deterioro de todo aquello que nos hace iguales: los servicios públicos esenciales. Hay tiempo, fuerza social, si logramos una sociedad mas fuerte que el mercado, y que no se deslumbre ante la falacia de la fanfarria y la propaganda; y hay capital humano suficiente para llevar a cabo la tarea. Acabemos con el “No Discurso” volvamos a la política y a la izquierda. Lo otro era falaz y pernicioso, se acaba de demostrar en todo el Mundo.