lunes, julio 17, 2006

SILENCIO OBSCENO

(Publicado en Las Provincias 16/07/06)

Tenemos la mayor tragedia del metro de España, la cuarta del mundo. Y en el Consell no se sienten responsables. Nadie dimite.

Ferrocarrils de la Generalitat instala medidas de seguridad, sin hacer falta, dicen que las ponen por que hay una alarma social generada por terceros. ¿Ahora se llama terceros a 43 muertos? Y lo peor de todo. Lo más inaceptable, lo más obsceno de todo: un presidente que, como quien se niega a admitir la pérdida de un ser querido, no hace suya la tragedia. Un presidente que no ha tenido una palabra que decir a los valencianos, que ha tenido el aguante de estar en un pleno de Les Corts, mudo, inmóvil. Como esperando que pase todo pronto, por eso ha ordenado que finalice con rapidez la investigación.

Un presidente que evidencia querer estar más cerca del cielo que de la tierra. Que en una semana se ha fotografiado con obispos, arzobispos, cardenales y con el Papa, que ha tenido tiempo y palabras para comparecer junto al arzobispo de Valencia para valorar, con cara de estar entrando en éxtasis, la visita del Santo Padre. Pero que no tiene nada que decir a los valencianos sobre la tragedia de Jesús.

Rehúye a los periodistas, comparece y no permite preguntas, se ausenta de les Corts a hurtadillas. Lo sucedido no va con él. No cabe mayor muestra de irresponsabilidad en unos momentos, y ante una tragedia, que si algo requieren es de la presencia y las palabras de, quien por ser quien es, representa a todos los valencianos. A mí también, aunque no le haya votado nunca, ni piense hacerlo, lo cual en estos momentos es un alivio para mí, porque de haberlo hecho, sentiría en mi conciencia una mezcla de decepción y complicidad con una conducta que se puede calificar de cualquier cosa menos de decente.

En estos tres años se le ha visto poniendo primeras piedras, inaugurando palacios de ópera, anunciando ágoras y esferas armilares, anunciando planes y megaproyectos rodeado de fotógrafos y de las cámaras del régimen, Canal 9. Pero ahora no, ni la semana pasada, en que la ciudad hubo de combinar las mayores cotas de dolor jamás sufridas, con las más inmensas de santidad, ni en la semana que hoy acaba, en la que opinión pública y parlamento se debaten sobre algo tan gordo como lo que ha ocurrido en el metro, el presidente tiene nada que decir.

Sus estrategas de imagen le han dicho que no es bueno que su cara se asocie a la tragedia. Y él, que está obsesionado, sin quererlo aparentar, con la imagen y la estrategia, ha hecho caso. No hay presidente en presencia. Lo manda la estrategia. La cara sólo se pone en las fotos de las alfombras rojas del estreno del Tirant lo Blanch, o el Palau de les Arts, o decenas de actos sociales más. Menos mal que el Palau ya está inaugurado. Muchos no irán nunca a la ópera, pero les cabe la seguridad de que si fallecen en una tragedia, por la causa que sea, tendrán un recinto con la dignidad suficiente para que alguien interprete para ellos un réquiem en condiciones acústicas idóneas.

¡Que barbaridad presidente! Que cuando el pueblo necesita responsabilidad y consuelo, tú le obsequies estrategia y un obsceno silencio. Si yo tengo decepción y desengaño como valenciano, sin haberte votado, qué sentirán quienes lo hicieron de buena fe, y confiados en que estarías siempre dando la cara. En las alfombras rojas de las inauguraciones, y en las causas que provocan crespones negros. ¡Que equivocados estaban, Presidente! Lo tuyo son solo las alfombras rojas, por eso has invertido tanto en grandes proyectos, que han dejado tantas cosas bajo las alfombras, y tan poco en otras cosas más necesarias.

Que el señor en el que tú crees te perdone, yo no puedo hacerlo.