viernes, febrero 10, 2006

YA NO HAY BARRERA

(Publicado en Las Provincias, 12-02-06)

Viajó a Madrid con una barrera, la que establecía como necesario el 5% mínimo de votos para tener representación en las Cortes Valencianas, y vuelve sin ningún tipo de barrera. Ese ha sido el último movimiento de la reforma de nuestro Estatuto de Autonomía. Para ese viaje ha sido necesario vivir tensiones, tener discusiones y soportar descalificaciones, en buena medida innecesarias. Hay mejores maneras de desahogarse en la vida y de aliviar penas, sentimientos, tensiones y represiones, que trasladarlas a la política. Aquí a veces es difícil encontrarlas.
Lo cierto es que aunque la aspiración de cualquier socialista, en tanto que tal, puede quedarse corta con lo conseguido, no es menos cierto que la realidad impone razones que hay que atender si no quiere uno equivocarse. Y esa realidad, emanada de la voluntad popular a la que tantas veces apelamos en política, es la que es. Por eso queremos cambiarla. Sí, pero haríamos mal en obrar de acuerdo con la realidad que queremos y no con la que tenemos. Dentro de esa realidad parlamentaria, el partido socialista ha tomado decisiones que han conducido al avance. Querer imponer nuestro criterio es imposible, porque ni somos la mayoría, ni conformamos la suficiente para convertir nuestro criterio en realidades nuevas. No comparen la realidad política catalana con la nuestra, por favor. Quererlo imponer en su totalidad por parte del PP resulta también imposible, porque siendo mayoría no alcanza la que se exige para una reforma de este tipo. Pobre del que crea que este es el Estatuto del PP. Si analizamos la historia más reciente y escuchamos, por estar más recientes, los discursos de la derecha española el pasado jueves en el Congreso de los Diputados, no hay que ser un lince para darse cuenta de que el mejor Estatuto de Autonomía para la derecha española y valenciana es el que no existe o, si quieren, uno que marque unas dosis de descentralización aderezadas con gotas del folclore regional.
Si hemos pasado de ahí es porque la izquierda y los nacionalismos, por qué no, han planteado con fuerza y sentido común un modelo de España moderna y totalmente descentralizada ya desde el 78. Dicho lo cual, no reconocer los avances, o plantearse desde posiciones que tienen que seguir confiando en una bajada de mínimo electoral para subsistir, que son ellos los que realmente representan al Pueblo Valenciano, me parece, cuanto menos, pretencioso y necesita una sesuda reflexión. A los pueblos los representan en democracia todos los que resultan electos, cada uno en su medida, pero los gobiernan quienes alcanzan mayorías, directamente o través de pactos. Así estamos funcionando desde que decidimos y pudimos revivir la democracia en España.
Que la barrera electoral haya desaparecido en un gran avance. Haya costado lo que haya costado. Depender sólo de la ley electoral valenciana, requiera la mayoría que requiera, supone decidir aquí, y entre nosotros, qué tope ponemos, y no volver a pedir permiso al Congreso de los Diputados para establecerlo. Ni más ni menos. Y eso, junto con la ampliación de derechos, la posibilidad de disolución de las Cortes, la creación de una Agencia Tributaria, la llamemos como la llamemos, son avances comparables a los que supuso el actual Estatuto en 1982, pero esta vez de mayor calado. Cualquier avance por pequeño que parezca se dirige hacia el progreso, cualquier inmovilismo sea por principios o como rechazo a un avance que se considera pequeño, nos deja parados, y parar es retroceder. Hemos avanzado mucho, hemos eliminado una barrera muy simbólica. Si somos capaces de cambiar algunas dosis de nostalgia por política real y efectiva, y plantearnos acciones que dentro de la realidad que vivimos ayuden a transformarla de verdad, los siguientes avances podremos hacerlos en nombre de la mayoría del Pueblo Valenciano, si no, puede que sigamos viviendo de deseos.
Andrés Perelló