jueves, enero 12, 2006

EL ESTRUENDO DE UN SILENCIO

Comienza septiembre donde acabó julio, con la sequía como problema y el electoralismo como agravante. Esta semana las Cortes se reunieron, un mes después de su solicitud, en sesión extraordinaria, tan solo cuarenta y ocho horas antes de que comenzara el periodo ordinario de sesiones.
Si para algo sirvió ese Pleno es para evidenciar que polémica del trasvase del Ebro con la representación de un enfrentamiento entre comunidades, del que algunos obtuvieron mucho rédito electoral, la tenemos ahora en nuestra Comunidad reducida a un enfrentamiento entre cuencas cedente y receptora, en el mismo territorio y entre nuestra propia gente, y con los mismos buscando el mismo rédito eletoral,
Ahora debemos garantizar el agua y la paz aquí, porque solo con lo segundo es posible el acuerdo sobre lo primero. Y si eso cuesta un tanto más, hay que asumirlo sin olvidar que la paz tras la guerra, la paz social, y todas las paces necesarias para la convivencia, no son gratuitas nunca, tienen un precio que finalmente las convierte en valor.
Independientemente de lo que el Ministerio de Medio Ambiente decida, la cuestión para un Consell que ha de gobernar para todos los valencianos, es garantizar el agua al Vinalopó sin que en las Riberas un sentimiento de agravio en las vidas de los que han de ganársela en un permanente duelo con el clima. Para eso se necesita voluntad política, capacidad de dialogo y vocación de liderazgo, virtudes que nunca han convivido en sólida sintonía con el Presidente Camps.

Ante este problema ni se puede vivir en permanente confrontación con otras comunidades, o con el Gobierno de la Nación, ni se puede alimentar el enfrentamiento entre comarcas vecinas, de una misma Comunidad, por más que eso pueda resolver problemas de liderazgo interno a alguien.
Soy de los que piensan que el tremendo riesgo, y a la vez gran error, que comete Camps al encabezar la manifestación de Alicante, lo asume tan solo porque no puede permitir que Ripoll, Presidente de la Diputación de Alicante y zaplanista de pro, lidere esa batalla dentro y fuera de su partido. Camps sucumbe así a los problemas de la división interna en su partido, y desprecia la hermosa oportunidad que ha tenido de liderar el diálogo entre los regante y la búsqueda de la paz entre los valencianos, poniéndose a la cabeza de las reivindicaciones que la oposición formuló al Ministerio de M. A. en el mentado pleno, que básicamente pretenden que el agua llegue cuanto antes y de la mejor manera para todos, sin hipotecar a los agricultores antes de que puedan abrir el grifo y sin agraviar a nadie. ¿Porqué negarse a esa posibilidad?

Tenemos fuerza y razones suficientes en esta Comunidad para, respaldar un acuerdo entre regantes y exigir una solución integral al ministerio. Para eso hace falta voluntad y diálogo, y sobre todo el compromiso y la palabra de quien gobierna, que es lo que no ha ofrecido Camps, no se si como parte de la estrategia secreta planteada en el documento de Blasco, o porque simplemente el President es así.
Lo cierto es que tras someternos a una tórrida sesión plenaria en un salón, cuya nobleza no se acompaña de condiciones para el trabajo, nos obsequia con un estruendoso silencio que perfora los tímpanos de los más afectados con un punzón de desinterés, falta de respuesta, partidismo y electoralismo. ¡Que Presidencia más desaprovechada, con lo fácil que lo ha tenido!

Quienes en el PP recomiendan estirar el enfrentamiento hasta 2007, yerran en el partido y perjudican a la Comunidad. El Jucar- Vinalopó se hará. Y enfrentando a los valencianos, ni el PP logrará, disimular la gran deuda de la Generalitat, ni su división interna, ni la galopante corrupción que le afecta. El silencio habrá sido la muestra de un abandono de responsabilidades, aunque quizá también el preludio de un gran cambio.
Andrés Perelló

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